Virginia es para los amantes (Virginia is for lovers)
CLAUDIA
Cuando vio por la ventanilla del avión la aguja del Obelisco en medio de la explanada verde que conduce al Capitolio de Washington DC, Claudia Cornejo pensó que esta era el lugar donde iba a quedarse.
Claudia vino a los Estados Unidos para estar al lado de su hermana ya que en Perú ya no tenía familia cercana. Era el 2002 y en Virginia la gente aún se estaba recuperando de la conmoción del ataque terrorista al Pentágono, pese a todo Claudia sabía que acá podía empezar una nueva vida.
Las ventas no fue la primera opción laboral de Claudia, pero ella se decidió por el negocio inmobiliario cuando tuvo su primer bebe y necesitaba un trabajo con horario flexible. Ahora Claudia está convencida que puede vendernos hasta la Casa Blanca, si estuviera en venta por supuesto.
Un día típico de Claudia empieza con las llamadas telefónicas de la mañana, en su oficina su hermana Shirley “La Culpable” de que ella haya inmigrado a los Estados Unidos la espera con un café, luego las citas con clientes, demostraciones de casa y cierre de contratos.
El ruido de las caídas de agua en el parque de “Great Falls” devuelven la paz a Claudia, esta es su mejor pausa para desconectarse del día a día de su ocupada agenda.
Con las gigantescas piedras surcadas por turbulentas aguas como escenario de fondo, la agente de bienes raíces confirma que su decisión fue correcta, Virginia lo tiene todo: naturaleza, cultura y el lugar ahora llama casa.
WILSON
En su rutina diaria de nueve a cinco, Wilson Aguilar es el dentista y propietario de una clínica dental en Virginia, pero otras veces el doctor cambia la bata blanca por el uniforme de los Marines de los Estados Unidos.
La pasión por la vida militar empezó en Perú cuando Wilson se enroló en el ejército. En el 2000 el cabo vino a estudiar a Virginia y trabajando en un restaurante conoció a la que sería su esposa.
El romance de una mesera y el bar tender se convirtió, después de mucho esfuerzo, en un negocio familiar: la clínica “Sonrisas & Smiles”. La pareja comparte el mismo centro de trabajo tal como lo hicieron desde el día en que se conocieron.
Bajo el monumento de Iwo Jima, única batalla peleada completamente por marines durante la segunda guerra mundial;
Wilson comparte las satisfacciones que tuvo en las diferentes misiones humanitarias de los marines en el extranjero.Para el marine peruano-norteamericano Estados Unidos le ha dado todo: esposa, hijos, carrera militar, negocio propio y sobre todo una estabilidad emocional y material. Según su experiencia “Todo lo que uno tiene en ese país es proporcional al esfuerzo que uno le ponga”.
Vestido con su uniforme de marine, al pie de los monumentos de Arlington y con el fondo del obelisco y capitolio de Washington DC; Wilson nos confiesa que a pesar de todo lo logrado en Virginia él siempre tiene a Perú en la mente y que lo principal en la vida es que uno nunca se olvide de donde viene…
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