Viaje X Perú: TRUJILLO - Alrededores
HUACAS DE MOCHE
Cuenta la leyenda de la cultura moche que unos hermanos criaron un monstruo y cuando creció lo tiraron al mar, este regreso y amenazó con comer todo lo que encontraba a su paso.
Los pobladores huyeron al cerro blanco que se abrió en dos para protegerlos en su interior. En honor a este milagro los moches construyeron la “Huaca de la Luna”.
A tan solo media hora de Trujillo, Perú se encuentran las huacas del Sol y la Luna. Las huacas fueron construidas en el siglo VII y es increíble que sus estructuras hayan resistido los embates de la naturaleza como sequías, erosión y la lluvias torrenciales del fenómeno del niño.
Majestuoso, el perro sin pelo peruano o “Biringo”, cuida el lugar sagrado de los moches. Esta curiosa raza canina solo se encuentra en Perú y México. Luegos que los canes nos dan permiso ascendemos a la huaca donde divisamos paredes con pictoricos relieves.
“Ai- Apaec”, o “El Degollador”, fue una de las deidades más veneradas por los moches. Luego de luchar contra las bestias marinas el “Degollador” luchó por liberar al dios Sol que se encontraba cautivo por las criaturas nocturnas.
En Huanchaco, audaces pescadores montados en los caballitos de totora se lanzaron hacia las frías aguas del pacífico en busca de los frutos del mar.
En su travesía también abrieron nuevas rutas de comercio para obtener la codiciada concha del Spondilus, famosa en los rituales de los sacerdotes moches.
Del fondo del mar en la playa de Huanchaco también salió el dios “Taycanamo” fundador de la cultura Chimú y la ciudad de adobe de Chan – Chan.
Chan- Chan es considerada la ciudadela de barro más grande del mundo. En 1986 la Unesco declaró este complejo arqueológico patrimonio cultural de la humanidad.
Chan Chan también guardan representaciones marinas en sus paredones en honor a “Ni”, dios del mar. Los Chimús construyeron con tierra palacios, casas y cerámicas; convirtiendo en tierras fértiles lo que antes era desierto.
En las plazas ceremoniales de Chan Chan se realizaron sacrificios humanos para tener buenas cosechas, en especial a ‘Shi” que representaba la luna, se dice que los más devotos incluso sacrificaban a sus propios hijos.
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